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Evaristo González (Maestro Tito)

Igual que Arrecife fue primero puerto y después ciudad, nuestro protagonista fue carpintero de ribera antes incluso de ir a la escuela: “Prefería no ir a la escuela para quedarme a trabajar con mi padre, pero a los 13 años ya sentí la curiosidad por saber escribir y aprender el sistema métrico decimal para poder ejercer mi oficio y le dije a mi padre que me iba a la escuela. Así que, cuando hablé con el maestro, se sorprendió de que mi padre, un hombre culto, no me hubiera llevado a la escuela, y me dijo que llevara mi propia banquita porque entonces no había sitio para todos los niños, allí aprendí lo necesario para el oficio y mi padre continuó enseñándome."

De esta forma, Maestro Tito fue receptor de unos conocimientos ancestrales gracias a los cuales la carpintería de ribera tuvo su auge y esplendor a lo largo de la historia de Canarias. Según el profesor Lobo Cabrera, desde la Edad Media se han sucedido tres técnicas en la construcción naval: la de los carpinteros que construían sin planos ni cálculos, la de los constructores con planos, pero sin cálculos y, más tarde, la de los ingenieros que calculan y dibujan. En Canarias, tras la Conquista aparecerá el oficio de carpintero de ribera para el que se hará uso de la primera técnica mediante la que se trabajaba sin fundamentos científicos, guiándose por la experiencia práctica y la tradición. El carpintero de ribera era a la vez ingeniero, proyectista, y constructor; puesto que, a excepción de los herrajes, él mismo lo hacía todo.


Con 14 años, Evaristo González construyó su primer barco "Tres años me costó hacer este barco, mi madre me cosió las velas y yo las coloqué". Para ello iba a hurtadillas por la noche para copiar y estudiar los planos a la luz de las velas, ya que el "trazado", como se denomina al arte de realizar los planos de barcos, era el secreto mejor guardado de los maestros artesanos de la carpintería de ribera; antiguamente se hacía en tablas de madera que posteriormente fueron sustituidas por el papel.


Tras una época de trabajo a destajo, cuando Arrecife olía a mar y el repique del marrón, la sierra y el martillo se mezclaba con el ajetreo propio de la actividad pesquera, llegó la crisis del banco canario-­sahariano que obligó a mirar hacia el turismo como nueva fuente de riqueza. Muchos de sus oficiales se dedicaron entonces a la construcción, animados incluso por Evaristo quien veía languidecer una actividad que llevaba en la sangre, pero consciente de que era la única salida para sus empleados. No obstante, fiel a su pasión por dar forma a la madera para que esta se meciera en el mar, continuó en su taller atravesando duros momentos en los que, siempre con ilusión y esperanza, no solo mantuvo la actividad, sino que perpetuó sus conocimientos a través de sus hijos. De la ingente cantidad de barcos que pasaron por sus manos quizás fuera la restauración de la `La Bella Lucía ́ el trabajo del cual estaría más orgulloso. Gracias a su empeño esta goleta, la más antigua de las construidas en España, fue rescatada de un triste final en aguas de Puerto Naos.

`La Bella Lucía ́ fue construida en 1881 en los astilleros de San Telmo de Las Palmas de Gran Canaria, astilleros donde también vio la luz el legendario `Tirma ́en 1910. Ambos buques quizás sean la máxima exposición de la construcción naval de las islas, donde los carpinteros de ribera, siguiendo los cánones establecidos en la construcción naval de la época fueron capaces de lograr unas líneas de tal belleza y armonía que aún hoy asombran por su perfección. Evaristo no podía dejar que tal joya de la navegación se perdiera, por eso pidió la colaboración de César Manrique, amigo y asiduo de su taller, a donde iba a buscar material para sus obras. Juntos lograron que el Cabildo de Lanzarote se hiciera cargo de varar la goleta junto al taller, pero su futuro seguía siendo incierto. El fatal accidente sufrido por el artista universal paralizó las gestiones para la necesaria recuperación hasta que, en 1994, el empresario Juan Francisco Rosa encomendó a Evaristo su restauración definitiva. Cumplido parte de su sueño, Maestro Tito dedicó todo su esfuerzo a remozar `La Bella Lucía ́, para ello comenzó a sustituir una a una todas las piezas del barco, una labor que aprovechó para impartir su maestría ante sus discípulos, con la humildad de la que siempre hizo gala y la constancia que le hizo superar los peores reveses.

No pudo ver terminado el trabajo. En 2002, Evaristo González muere en Corralejo, hasta donde había ido participando en una regata a bordo del `Gloria´, su pequeña joya, en la cual con toda la familia participaba de la actividad náutica de las Islas. Superado el mazazo, su familia ha sabido perpetuar la tradición, el arte y la sabiduría de las que era depositario, manteniendo en activo su taller en el dique de Naos: Sucesores de Evaristo González Hernández S.C.P, donde podemos encontrar retazos de la historia de la construcción naval en Canarias. Con Maestro Tito se fue uno de los últimos románticos del Puerto del Arrecife, de aquellos que acariciaban la madera trazando quillas para que volaran en alas de lona.


Mario Suárez Rosa

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